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MUERTE

Para vivir realmente, es fundamental aprender a morir. Sólo quienes mueren en sí mismos, logran gozar la vida con toda plenitud.

Quienes logran realizar el trabajo ígneo en la fragua de los Dioses, comienzan, es obvio, a gestarse como Iniciados y luego como Maestros en el seno de la Divina Madre.
Solamente quienes sienten la necesidad de vivir, comienzan el trabajo con la muerte.
La muerte a la que nos referimos no es la profana muerte del cuerpo físico, sino, algo muy superior, muy trascendental. Nos referimos a la muerte mística.

Entiéndase por Muerte Mística, la desintegración total de aquello que tiene sabor a Ego. El aspirante a la Vida debe ser un paciente cultor de la Muerte Mística.

Resulta muy difícil, casi imposible, acabar con todos y cada uno de esos espectros milenarios que constituyen la cristalización de los vicios y pecados cometidos tiempo ha.

Cada cristalización energética del vicio, de la degeneración, del pecado, constituye un multifacético y pluralizado "yo".
La suma de todas aquellas cristalizaciones o yoes constituyen eso que es el Ego.
Cada Ego es la legión del vicio, pecado, etc., y cada yo es una variedad pluralizada de lujuria, ira, codicia, gula, mentira, crimen, etc.

Cada "yo" es variedad, pluralidad. Muchos son los yoes de la ira. Muchos son los yoes de la lujuria. Muchos son los yoes de todos y cada uno de los llamados pecados, vicios, maldades, degeneración, crimen, etc.

Todos y cada uno de los yoes quieren en todo instante, manifestarse para lograr sus intenciones y permanecer vivos.
Todo "yo" sólo quiere su satisfacción y busca conseguirla cueste lo que cueste.
Cada satisfacción egoistita, cada satisfacción que experimenta el "yo", lo robustece y lo fortifica y le da más bríos para una constante acechanza en busca y logro de sus satisfacciones.

Cuando el "yo" no logra las satisfacciones requeridas para su supervivencia, entonces se torna fastidioso, terriblemente inoportuno, afligente, etc. El aspirante a la Vida debe desde un principio, luchar incansablemente en contra de todo aquello que es yo.

Se evita la manifestación de los yoes, viviendo una intensa práctica de control sobre todas y cada una de las reacciones animales, egoísticas, perjudiciales y pecaminosas.

¿Queréis mentir? ¿Se os presenta una oportunidad para mentir? ¡No mintáis! ¡Hablad verdades!

¿Queréis pelear? ¡No peleéis! ¡Cultivad la paz!

¿Sentís furia? ¡No os enfurezcáis! ¡Mantened calma!

¿Sentís que el odio nubla vuestro entendimiento? ¡Orad… y expresad amor...! ¡Amor...!

¿Estáis orgulloso de vuestros éxitos? ¡Cultivad la humildad!

¿Estáis lujuriosos...? ¡Transmutad...!

Con este tipo de inversión del yo por una cualidad contraria, es como logramos inicialmente el control del ego, de los yoes.
Cuando los yoes se manifiestan es cuando se satisfacen, y cuando los yoes se satisfacen, se robustecen.
Evitad la manifestación de vuestros yoes y habréis comenzado su aniquilación. Evitad la manifestación de vuestros yoes y comenzaréis a vivir el valor de la muerte mística.

La Muerte Mística consiste simplemente en acabar radicalmente con todos y cada uno de los yoes, en eliminar totalmente el ego, en todos y cada uno de los niveles de la mente, la voluntad, la pasión y las causas.

La muerte del ego sólo es posible gracias a la Divina Madre Kundalini, gracias al Espíritu Santo. Nadie puede acabar un solo defecto, un solo "yo" si no vive la Transmutación integral, si no vive el Arcano Solar.

Nadie puede acabar con un solo defecto, con un solo "yo", excluyendo la Castidad Real.

Únicamente puede acabar con el "yo", el auténtico Iniciado que ha logrado levantar su sagrada serpiente, que ha logrado el despertar de Kundalini.

Ningún "yo" muere, si el Iniciado no ha encarnado en sí mismo el fuego sacro del Espíritu Santo.

Para vivir el valor de la "Muerte", de la Muerte Mística, es necesario haber despertado nuestra mística e ígnea particularidad.
Todo aquel que despierta Kundalini, tiene "en sus manos" la Divina e ígnea espada con la que eliminamos los "yoes". Si no hay espada, no hay muerte mística. En el mundo hay diversidad de creencias, credos, y escuelas que enseñan a disolver, aniquilar, matar a sus yoes, cuando sus secuaces, no tienen siquiera el más pequeño fuego de las purificaciones.
No hay en el mundo un solo ser que haya logrado eliminar uno solo de sus yoes, sin el auxilio de la ígnea Espada de Kundalini.
Si no hay Kundalini, no hay posibilidad de eliminar un solo "yo", un solo defecto.

Los yoes no se eliminan, no se disuelven, con poses de santurronería, con asanas yoguis, con sistemas fuelle, ni con disciplinas mentales, ni con oraciones, ni con creencias, ni dogmatismos, ni pancitos sin levadura.
El yo, los yoes, los defectos, los vicios, sólo se disuelven luego de múltiples y terribles batallas en el campo del honor, en sutiles o violentas pruebas, pero, siempre empuñando la espada de Perseo.
El ego es la suma de yoes.
El ego es la Medusa Mitológica.
Perseo un héroe cristificado de la mitosofìa griega, no aniquiló a su medusa, no terminó con sus yoes, con su ego, con simples suplicas y oraciones, menos con creencias y dogmatismos. Perseo, tuvo que empuñar la terrible Espada Ígnea, y acabar a la medusa egoística luego de un profundo estudio sereno y valiente, por medio del bruñido espejo de la autorreflexión serena y profunda.

El Sansón de la Cábala hebraica, no acabó con su legión de yoes, con sus filisteos, sentado en una testera o almohadón, o hincadito, o recostado en el tibio lecho de la pereza.
No... Sansón empuñó la Ígnea Espada de Kundalini, simbolizada por la quijada de burro, y así, bien armado arremetió contra la legión de filisteos, contra su propia legión de yoes, contra su ego.
Reiteramos, la Muerte Mística no se la realiza con poses teatralizadas, de mansedumbre, fe, creencias, dogmatismos, asanas, pranayamas, imaginación, sueños, etc.

La muerte mística, la muerte del yo, se la realiza únicamente con el auxilio de la Divina Espada de Kundalini.
El mandato de los Instructores Esotéricos, aprendido por Pablo es claro, cuando enseña a los Colosenses: "Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: Fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría" (Colosenses 3;5)

El creer tan sólo en Jesús, como lo enseñan los comerciantes bíblicos, los cristeros, no es suficiente porque: "Todo aquel que tiene esta esperanza (Ser como Jesús el Cristo) se purifica así mismo". (Primera Juan 3:2,3)

"No os conforméis con este siglo, sino transformaos..." (Romanos 12:1,2)

La única forma de lograr una auténtica y legítima transformación es haciendo morir todo aquello que sabe a yo, a vicio, pecado y ego.

Quienes han despertado Kundalini, y tienen en sí mismos la Ígnea Espada, pueden realizar magníficamente el trabajo de la Muerte Mística.

Enfrentarse al yo, es algo muy terrible, pero necesario. El "yo" sabe que este conocimiento es su muerte, y utiliza desde un principio sus mejores armas: La indiferencia, la literatura, la creencia, la ciencia, la lógica, etc., a fin de lograr que la "ESENCIA" de este texto no penetre en las profundidades de la Consciencia.

Para comprender la profundidad de este mensaje, hay que aprender a meditar, y para meditar, hay que realmente despertar Conciencia.
Sólo por medio de la meditación es como podemos conocer, estudiar y comprender íntimamente, los múltiples procesos dialécticos del "yo".
Quien no sabe meditar, no puede comprender un solo "yo" y, por lo tanto, no puede aniquilar, no puede eliminar de su psiquis, a un solo defecto.

Quien no sabe meditar, no puede manejar la maravillosa Espada Ígnea.

El "yo" no puede manejar la Espada Divina, el "yo" no puede comprender a otro "yo".

El yo no sabe meditar.

El animal racional, al ser simple y llanamente ego, legión de yoes, no sabe meditar, y menos va a manejar la Ígnea Espada de Kundalini.

En el mundo hay muchas escuelas que enseñan la meditación, las respetamos, no por sus fundadores, guías, "arhats, gurúes, divinas gracias, maharishis, sat gurúes, etc., sino por la sinceridad de los neófitos e "inocentes discípulos".

La auténtica escuela de meditación es aquella que enseña a despertar Conciencia.

La Consciencia despierta, es quien tiene que aprender a meditar. El Budhata despierto, es quien tiene que aprender a meditar. El ego no sabe meditar.
La mente es solo instrumento del ego, y todo ejercicio mental, llámese meditación, concentración, abstracción, etc., es un ejercicio para el ego, para robustecer los yoes.
Ya hemos brindado la síntesis de las lecciones para controlar el ego.
¿Queréis protestar? ¡Dulcificaos!
¿Queréis gritar? ¡Susurrad!

¿Queréis matar? ¡Ofreceos en sacrificio!, etc.

Sin embargo, la suprema negación del ego es el NO A LA FORNICACIÓN.

El golpe más duro que se puede acertar al Ego es privarle de la fornicación.

No forniquéis y un día dominaréis vuestros yoes.

De nada sirve no mentir, no robar, asistir al culto religioso, orar, etc., si es que, en la penumbra del lecho de inmundicia, fornicáis.

Para acabar con el ego hay que acabar con la fornicación.

Quien no fornica se hace casto, y sólo una persona casta es la expresión de su Budhata, de su Conciencia.

¡No forniquéis! es la mejor didáctica para acabar con el Ego.

Si no fornicáis, despertaréis consciencia, y comenzaréis por aprender a meditar.

Con la Consciencia despierta, recibiréis de labios a oído, las reglas para una auténtica Meditación.

AUM